Se cierran los teléfonos, el público ha decidido que se cuente...la historia del camarero

Bien, como tampoco es cuestión de alargar esto de la votación demasiado...contaré la historia con el camarero, que nunca he sabido a ciencia cierta si se llamaba Alejandro o Jaime. Pero antes de empezar, quiero dejar claro (oooootra vez) que esto sólo fue una ETAPA de mi vida.

Estaba yo saliendo con coñogigante. Las cosas iban mal, muy mal, pero yo era la única que debía pensar así. También creo que era la única que consideraba q era muy raro que NUESTROS aniversarios ella los celebrara con su ex, si caía en uno de los (¡ojo!) 5 días de la semana que quedaba inamoviblemente con ella. El caso es que yo no tenía la autoestima por los suelos, sino directamente a plazo fijo en la banca del infierno. Todos los sábados (antes de irse a ver a su ex, claro..) quedábamos en una cafeta de chueca a tomar algo. Ya nos conocían todos los camareros maricas, y es que aparte de nuestra asiduidad, no era difícil recordarnos. No pegábamos ni con cola. Bollera gigantesca con pequeña bollito. La cuestión es que un día entró un camarero nuevo, argentino, rubio, pelito largo, ojos azules, cachitas...El camarero en cuestión me miraba, sonreía y de vez en cuando me guiñaba un ojo. Yo suponía que de coña...aunque a coñogigante no le gustaba mucho la situación. Una vez hasta me dio un cachete en el culo, pero amos, q yo seguía viendo más inocencia y cachondeo q otra cosa.

Un día bajé a los baños (q estaban en una planta inferior). Me metí en el correspondiente aseo y... pensé: "Ojalá estuviera ahí al salir, pero...esas cosas no pasan de verdad". Sin embargo, tuve una intuición. Esta vez pasaría, iba a estar ahí. Sonreí, en uno de esos momentos intensos que tiene la vida, salí y allí estaba. Me puse algo nerviosa y me pareció entender que se llamaba Jaime, me dio dos besos y me pidió el número de movil, a la vez que me daba el suyo. A partir de ahí solía mandarme mensajes mientras estábamos en la cafetería. Yo los leía y sonreía mientras coñogigante preguntaba quien era: ¡¡tu puta ex!! (ok, no).

El caso es que a partir de ese momento cada vez que bajaba al baño él venía detrás. No esperaba ni a que saliera...ni a que entrara. Venía, me giraba y me metía la lengua hasta la campanilla. Después yo subía como si tal cosa, antes que él (para disimular) con toda la cara arañada por su incipiente barba...y le vendía la moto a coñogigante de que me había salido una erupción..La cosa es que cada vez iba a más...hasta que no pudo ir más allá, claro. Después de nuestros encuentros, él subía y hablaba con NOSOTRAS (¡¡qué valor!!). Sobre todo con coñogigante. Así es como se presentó como Alejandro, aunque yo le había entendido en el baño q se llamaba Jaime.

Un buen día se despidió. Le habían contratado de relaciones púbicas en una de las discotecas más grandes e importantes de Madrid, no sé que tal le habrá ido, pero tenía dotes el chaval... Alguna vez intercambiamos mensajes un poco puteros. Pero estaba claro que yo no iba a ninguna parte ni con él ni con coñogigante... Aún así me enseñó algo, a veces las cosas que crees que sólo pasan en las películas...suceden de verdad, y te suceden a ti.